Borrachos S.A.

Era una mañana fría y gris. Como todos los lunes, el colectivo iba completo, prácticamente no entraba ni un alfiler. A esa hora de la mañana, la mayoría de los pasajeros iba somnolienta, y con lagañas en los ojos. Algunos tomaban mate; otros dormitaban, tratando de mantener sus cabezas derechas. Todos se dirigían al centro a trabajar, o a efectuar diligencias.
En la esquina de Quaranta y Santa Catalina, el transporte detuvo su marcha. Esteban y Matías, subieron alegres y dicharacheros, desentonando con los demás pasajeros, por el evidente estado de ebriedad que ambos tenían.
- ¿Que llevan ahí ustedes dos?- preguntó el chofer, al ver que traían consigo, dos bolsitas de papel madera semiocultas entre sus ropas.
- Nada mi amigo, yo llevo los medicamentos pa´mi abuela, y Matute pa´su tía Azucena.- y buscando las últimas monedas de sus bolsillos, pagaron los dos boletos.
- ¡Eh! ¡Aquí falta cinco centavos!...- dijo el chofer, pero al ver el estado en que se encontraban, decidió dejar pasar ese detalle.-...Está bien, deja no más, deja, vallan para atrás... ¡y no molesten al pasaje!-
- ¡Gracias papá!... sos un capo man.-
- Uuuuuuh... aquí hace falta gente como vos fiera.-
- Bueno, bueno rajen para atrás... y no jodan a los demás.-
- Quedate tranqui vieja, que nosotros cuatro somos re gueyyyna gente.-
Atajándose graciosamente de todas las agarraderas, los dos amigos se sentaron al final del colectivo. Allí con gente que los miraba de reojo, y con mala gana, empezaron a entonar una alegre melodía. No era muy apta para esa hora de la mañana, pero sin embargo comenzaron a dúo, no sin antes refrescar la garganta, con un poco del remedio de la abuela y la tía Azucena. A Esteban le gustaba el whisky, y a Matías, el tinto. Entonces, luego que cada uno le encajara un trago a su bebida, empezaron a coro... “Se te ve la tanga...”
Treinta minutos de viaje, y varias canciones más, el colectivo se detuvo en la esquina de Lavalle y Brown. A dos cuadras, del departamento donde alquilaban los dos amigos. Cantando, sin perder el buen humor Esteban y Matías descendieron, a duras penas, los escalones de la puerta trasera del colectivo. Esteban de contextura delgada, descendió derechito al suelo. Matías, con unos kilos de más, cayó sobre la humanidad de su amigo. Revisando la integridad de las bebidas, ambos sacudieron el polvo de sus ropas y salieron apresuradamente, y en zigzag, hacia el departamento.
En la zona no había mucha gente. El tráfico era muy escaso. La escuela primaria de la esquina, ya tenía a todos los alumnos dentro de las aulas. A esa hora, el barrio era tranquilo.
En la esquina opuesta, unos vagos conocidos del lugar y de mala fama, terminaban de tomar una cerveza frente al kiosco, que por seguridad había cerrado anticipadamente. Se trataba de Molleja, el más despierto del grupo; Chueco, el más… pachorriento; y Cascote, un muchacho de pocos años, pero que aparentaba el doble. No solo por sus facciones, sino por su contextura física. Los tres se comportaban extraño. Sus movimientos eran nerviosos, e influenciados por la espumosa y dorada bebida.
Cuando los tres vagos, vieron en la cuadra a Esteban y Matías, se miraron al mismo tiempo y poniéndose de acuerdo solo con señas, comenzaron a seguir lentamente a los borrachines.
- Que linda noche pasamos los cuatro !hip!.- Sin darse cuenta que los estaban siguiendo, Matías le comentaba a su amigo
- Si de veras deveritas !hip!... esa cachorra, que meneaba su cuerpito, me volvió loco.- dijo Esteban mientras hacia mímicas con las manos, al mismo tiempo que resbalaba.
- Tranqui compañero !hip!, no se me desarme... che, decime una cosa... ¿De que cachorra hablas?, sí juimos a jugar al poker a casa de Ramiro.-
- Ah, es que yo pensé que hablaba del sábado !hip!...-
- Pero si el sábado también fuimos donde Ramiro... y estaba él estaba solo casa !hip!.- dijo reflexionando pensativo.
- No me acuerdo !hip!... realmente, no me acuerdo, solo recuerdo las curvas de ella.-
- Deja no mas, no importa... debe de haber estado buena !hip!.- afirmo rápidamente Matías, encogiéndose de hombros, cual típica conversación de borrachos.
Cuando llegaron a la puerta de entrada al edificio, Matías comenzó a buscar la llave en sus bolsillos. Busco en los delanteros y traseros de su pantalón, y también en los externos e internos del saco, pero no encontró nada. Haciendo señas a su amigo, Esteban busco en los suyos, sin tener suerte.
– ¿Que extraño? !hip!.- dijo Matías.
– ¿Que cosa?.-
– Es que... yo no uso saco, creo que me equivoque !hip! y agarre un abrigo que no es mío.-
- A la pucha Matute, tenes verdad, eso no es tuyo !hip!.- respondió Esteban mirándolo con la frente arrugada, enfocando forzosamente la vista.
- ¿Y recién ahora te das cuenta?, ¿Cómo no me dijiste antes? !hip! !hip!.-
- Ah, lo que pasa, es que te queda tan bonito !hip!.-
- Gracias.- dijo Matías, sin saber que responder, ante esa fresca respuesta de su amigo.-…a de ser, por el alcohol ¿verdad?.-
- Igual ahora estamos sin llave, ¿cómo hacemos pa´entrar?.-
- Ni modo, unos de nuestros !hip! amables vecinos nos abrirá... supongo... no se…- Matías apuntó con el dedo. Pretendía limitarlo, a un solo botón del portero eléctrico, pero le fue imposible. Era tanto, el alcohol que tenia encima, que no podía fijar la vista, ya que su cabeza se movía sin control hacia todos lados.-…Ma´si, !hip! apreto este.- y sin pensarlo dos veces, presionó todos los botones con la palma de su mano.
- ¡No! No seas loco, ¡no!... ¡se nos va a armar la gorda!.- Gritó Esteban desesperado, mirando hacia todos los balcones del edificio.
- ¿Cuál gorda? !hip!... ¿la del tercero “B”?.-
– No se si “B”… sé que es gorda… ¿porque?.- pregunto Esteban mirándolo con los ojos grandes, sin comprender a que se refería.
- ¿Vos preguntaste si la gorda del tercero “B” vé? !hip!.-
Esteban lo miraba fijamente, o al menos eso intentaba. Tambaleándose, acomodo sus manos dentro de los bolsillos del pantalón. Pensativo, trató que su respuesta que tenga algo de coherencia y sentido. Sin embargo, no pudo hilar nada y simplemente se encogió de hombros.
– No tengo !hip! la menor idea, de lo que me estas hablando !hip!.- dijo resignado.
Entonces, por el parlante del portero eléctrico, un sinfín de voces sonaron al mismo tiempo. El vecino del primero “A”, preguntaba quien era; mientras que el del “B”, puteaba por la hora. El del segundo “A”, pedía que no molesten; mientras que alguien en el “B”, hablaba dormido. La parejita del tercero “A”, al parecer estaban haciendo cochinadas; la gorda del “B” respondió, pero no se le entendió, porque estaba comiendo; y la abuela del cuarto, preguntaba gritando “abrioooooo????”.
Matías empujaba fuertemente hacia fuera, mientras que les respondía a todos, que la puerta estaba trabada. Del parlante del portero, se escuchaban las puteadas, los ronquidos de alguien, la parejita gimiendo, y la abuela que seguía preguntando “abrioooooo????”.
– Matute… me parece, que la puerta… abre hacia el otro lado ¡hip!.-
– ¿Pero vo so loco? ¡hip! … si del otro lado, están las bisagras.-
– ¡Que no!, que yo me refiero ¡hip!, a que abre hacia adentro.-
– Ah de veras…- y acercando los labios al parlante, les aviso a todos, que la puerta estaba destrabada.-…gracia gente amiga gracias ¡hip! ¡hip!, la puerta abrioooooooo, pero para adentro.-
Los borrachines, bulliciosamente entraron al hall del edificio. Abriendo la puerta de par en par, vitoreándose por lograr “destrabarla”. Inmediatamente comenzaron a bailar y cantar, al ritmo pegajoso, de... ”Se te ve la tanga…”.

A todo esto, los cacos aguardaban impacientes, a pocos metros de los borrachines. Perplejos miraban todo ese show, que se había generado en unos pocos segundos. Desconfiados, no supieron si continuar, pero al notar, que no había gente por la zona, y que la puerta se cerraba lentamente, avanzaron decididos. Molleja tomó presuroso un trozo de madera, que se encontraba por ahí, y lo arrojo hacia la apertura que quedaba, entre la puerta y el marco, trabándola justo antes de que se cierre. Mirando hacia todos lados, ingresaron al hall de entrada. Allí se cubrieron los rostros, con pañuelos en forma de barbijo. - Le seguimo de cerca de los pedalines, y cuando estén cruzando la puerta de su cobacha, les caemos de sopetón y los encañonamo.- dijo Molleja disimuladamente y en voz baja.
Los otros dos, encogiéndose de hombros, se miraron sin comprender lo que había dicho su compañero. Aun así, asentaron con la cabeza, y se prepararon para el momento de actuar.

– Che Esteban, ¡hip! creo que se me acabo el remedio de la abuela.- dijo mientras zarandeaba la caja de tinto de un lado al otro.
– ¿Enserio che?, que… estemm… ¿vamos a tener que bajar las escaleras otra vez? ¡hip! ¡hip!.- dijo Esteban escondiendo la botella de whisky detrás de su espalda.
- Bueno, ni que fueran tantos pisos… pero deja, creo que me queda otra cajita feliz, ¡hip! en la heladera.- respondió mientras recordaba pensativo, si era en la heladera, o en el baño.
- Ah! Copado ¡hip!...- y en el momento en que se disponía a tirar la caja de vino tinto hacia atrás, Esteban le dice.-…¡Para! Pero si en el tetra se escucha algo.-
– Si, ya sé… pero es que no me gusta tomar todo, todo, tooooooodo del tetra, porque no me gusta parecer borracho vithee.-
Esteban se detuvo en el medio de la escalera, y pensó meditabundo por unos instantes.
– Tenes verdad ¡hip!… no es bueno, parecer borracho frente a los demás.-
La cajita de vino, voló hacia atrás cayendo al vació, girando, girando y cayendo, cayendo... y cayendo, cayó sobre Cascote. El olor a vino barato, fue como una erupción de alergia desencadenándose en ese regordete rostro. Al verse empapado, el gigantesco muchacho se transformó. Sus cómplices al verlo desencajarse, inmediatamente se tiraron sobre él, atajándolo y cubriéndole la boca. Manotazo va, manotazo viene, apretón va, pisotón viene. Finalmente, Molleja y Chueco logran calmarlo, pero estaban seguros que solo era por unos minutos.
Adentrándose en el piso, Matías se dispone a abrir la puerta. Entonces, de uno de sus bolsillos extrae un manojo de llaves y comienza a buscar la correcta.
– Eh ah… ¿no era que no tenias las llaves? ¡hip!.- preguntó Esteban.
– Bueno che, las encontré mientras subía las escaleras… Dejame pensar, ¿Esta?, no es... Esta?, no es... Esta?, tampoco.-
– Che Matute, ¿porque no me deja a mi buscar la llave?.-
– Deja de joder ¡hip! ¿Esta?, no es... ¿Esta?, tampoco.-
– Bueno, no es pa´que te ofendas, pero ¡hip!… ¿porque no me deja buscarla a mi?.-
– Espera un f... ff.. fff... ffffla.- respondió Matías a duras penas.
– No querrás decir ¿un flash?.-
En ese momento Matías da con la correcta, y comienza a forcejear con la llave y la cerradura. Para un lado... para el otro.... para un lado... para el otro.
– A ver, dale dejame a mi, dejame che.-
– Salí, Salí, Salí, deja, deja, deja, vos estas borracho ¡hip!.-
– ¿Borracho yo? ¡hip!.-

Desde la escalera, los tres vagos miraban esa escena entre cómica y exasperarte. Lo que habían pensado, como algo rápido y seguro, se estaba demorando más de la cuenta. Molleja miraba su reloj a cada segundo, y Chueco se cagaba de risa de los borrachines. Cascote sin embargo, estaba atento a lo que hacían sus dos compañeros, aun tenia la espina atravesada con esos, por haberlo empapado en vino. Y entonces en un descuido de sus compañeros, Cascote se abalanzó, a paso pesado sobre Esteban y Matías que aun peleaban por abrir la puerta. Con una infantil y torpe violencia, Cascote los estrujó con sus enormes brazos, estampillándolos contra la puerta, que con el golpe se abrió abruptamente. Los tres cayeron aparatosamente dentro del departamento, desparramándose en el suelo.
Sin poder creer lo que habían visto, Molleja y Chueco, se apresuran a entrar procurando cerrar la puerta, para no llamar la atención de los demás inquilinos. Pero ante la violencia del golpe, la puerta había quedado sujeta únicamente por una sola bisagra y colgaba torcida del marco.
- ¿Dónde esta la mosca?, par de borrachos.- inquirió Cascote, con voz amenazadora.
– Aquí ¡hip! no vive ninguna mosca.- dijo Esteban, entre adolorido y confundido.
– No te hagas el gracioso... ¿Dónde tenes la plata?.-
– ¿De que plata me tas hablando? ¡hip!.- pregunto Matías.
– Todavía no nos pagan la quincena.- terminó la frase Esteban.
Mientras Cascote tenía atajados, a Matías y Esteban boca abajo en el suelo, Molleja y Chueco empezaron a buscar objetos de valor por toda la casa. Molleja entró en una de las habitaciones, revolvió la cómoda, pero no encontró nada. Buscó debajo del colchón, y tampoco. Miró en la mesita de luz, y halló un pequeño frasco con muchas monedas. Chueco por su parte, salió del otro cuarto, encontrándose con Molleja en el pasillo, con un par de zapatillas Niké en la mano, y en la otra una laptop.
– Buena ahí Chueco... esa maquina computarizada debe valer mucho.-
– Si, 500 mango seguro le sacamo.- respondió Chueco, sin tener idea que era lo que había agarrado.
– ¡Cascote! Listo ya, rajemos.-
– ¡Se salvaron par de giles!.- y dándoles una cachetada en la nuca a los dos, se puso de pie y salió corriendo junto a sus dos cómplices.

Muy adoloridos los dos borrachines, poniéndose de pie, se sientan aparatosamente en el sillón. Uno se tomaba la nuca; el otro, la cadera.
- Che, pero que violentos los pibe ¡hip!.- señaló Matías, tomándose la cadera.
- ¡Que loco todo esto! ¡hip! Ni se quien era, ese tal mosca.- dijo Esteban, mientras lo observa a Matías como echaba un vistazo hacia todos lados.
- ¿Cuál mosca?... Che Esteban ¡hip!, no tenia idea que sabias de computación.- dijo acomodándose la mandíbula.
- ¿Yooooo?... je, je, yo de eso, no entiendo nada.-
- Perooooo ¿Y esa compu finita que se llevaron? ¡hip!- pregunto rascándose la cabeza, completamente confundido.
- ¡Ah bueno!, yo pensé que era tuya... che, pero ¡hip!... ¿Que te pasa que tenes esa cara?.-
- ¿Una pregunta mas? ¡hip!... ¿Y ese televisor delicadito?... ¿Cuándo lo compraste?.-
- ¿¡Con lo que gano!?... je,je, pero si no me alcanza, ni para la entrada de cine ¡hip! ¡hip!.- expreso perplejo, al ver que la cara de asombro de su amigo no cambiaba.
- Peroooo...– comenzó a decir Matías, mientras zarandeaba el brazo a Esteban.- ¿y este sofá? ¡hip! ¿De donde salio?
- Che, esto es ya muy raro... yo se que estoy en pedo, pero se me hace, o... ¡hip!-
En ese momento, Esteban queda boquiabierto mirándose con su amigo, para luego mirar al mismo tiempo la puerta que estaba abierta, y caída sobre un costado. A punto de desprenderse, colgaba la letra “B” y el número “3”. Prestando atención, ven la llave puesta en la cerradura, con el llavero colgando... que decía “B-4”
- Uy... uy uy uyuyuuyuuyui ¡Rajemo! ¡¡¡Que este no es nuestro departamento!!!.- dijo Matías en voz alta.
Esteban al darse cuenta de que era cierto, sale corriendo atrás de su amigo, que ya estaba subiendo las escaleras hacia el cuarto piso.
- Mira que boludo que sos, ¡¡¡faltaba subir un piso más!!! ¡hip!-
- ¿¡Que me decís a mí!? ¿¡Si vos tenías la llave!? ¡hip! ¡hip!-

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