El Quirófano

Recostado en la camilla del quirófano, escuchaba como las enfermeras hablaban pavadas, tratando de calmar mi evidente estado de ansiedad, cosa que no lograban a pesar de sus jocosos comentarios acerca de algunos detalles picantes que solían suceder en el quirófano. Mientras tanto y entre las risas de ellas, había comenzado a concentrarme en un punto cualquiera del techo, para poder calmarme y alejarme de toda esas cosas que sabia iban a suceder debajo del bisturí. Cuando me di cuenta, ya se encontraba conmigo el cirujano, que me preguntaba con insistencia como me sentía. Luego de responderle que me sentía bien, pero que con un poco de frío, llego el anestesista. Éste me interrogo profundamente sobre si era alérgico a algún medicamento, cual era mi peso estimado y cuanto tiempo había pasado de mi última comida. Luego de contestarle, comenzó a preparar una jeringa que inyecto en el suero, también coloco una mascara sobre mi boca y nariz, y me pidió que me relajara, que pronto estaría dormido. A todo esto podía ver como se alistaban todos para comenzar la operación.
Ya había pasado por el quirófano en otras oportunidades, y daba gracias por conocer el procedimiento, así que mientras respiraba a través de la mascarilla, tranquilamente deje que mis parpados comenzaran a caer. Y a pesar que suene incoherente, cuando me di cuenta, no había podido darme cuenta de que me había quedado dormido. Siempre me pareció agradable esta forma de dormir, porque es como una droga buena que realmente te permite descansar. Además ayuda a irse lejos de este mundo, como si fuese un viaje astral. Ahora por ejemplo siento que estoy viajando por un túnel y caigo suavemente hasta el final. Es un túnel como el de las películas de ciencia ficción, con muchos colores que se mezclan y gira en todas direcciones ¿Dónde caeré? Inmediatamente se me vienen muchas cosas y recuerdos a la mente. La mayoría son de cuando era pequeño, y vivía en mi casa de Rió Grande. Mira ahí esta el barrio, en el que solo estaba mi casa, y la casa abandonada de junto. El club San Martín, a solo unas cuadras, en donde festejábamos siempre los cumpleaños ¡Que lindo que eran los cumpleaños de esa época! Con los arrollados de dulce de leche, los alfajores de maicena y la torta, todo bien casero por preparado mi mama. Recuerdos de la Escuela Nº 2, y algunas imágenes de primer grado cuando salía a jugar al hombre araña con Sergio. En ese año me paso algo gracioso, dentro del aula y mientras hacia un dibujo en la materia de plástica, absorto en el dibujo que estaba haciendo, grite de impotencia y desesperación, al no poder hacer que mi trabajo quedara lindo como yo quería, me acuerdo que la maestra me dijo “tranquilo, ya te va a salir”. Cosas maravillosas vive uno de niño, y siendo ahora mayor piensa en lo tonto que fue uno en esa época, al no haber disfrutado más de todos esos momentos.
Reaparezco en el túnel y este me lleva a la secundaria, época en que todo fue mucho más difícil y pocos momentos fueron los agradables. Pero como no me gusta mucho, rápidamente salgo de ahí llego a los recuerdos con imágenes casi nuevas. Mis hijos todos juntos por primera vez en año nuevo ¡Que bueno estuvo esa fiesta!
La veo ahora a mi señora, teniendo a mi cuarto hijo, que fue una nena ¡Que hermosa que es! En ese momento habíamos peleado, pero todo salió muy bien y las cosas mejoraron mucho y para bien. A mi señora, la conocí en la empresa, me acuerdo aun cuando la veía parada en el pasillo de entrada esperando por su entrevista de trabajo, es altísima para mí pero nos enamoramos y eso es lo importante.
Ahí la veo a ella ahora, es muy hermosa. Esta hablando con el cirujano. Mientras la veo hablar con el médico, la noto asustada, también angustiada y ahora, ahora ¿Por qué lloras amor mío? ¿Qué sucede? A ver, solo déjame despertar de la anestesia y... un momento, eso no es un recuerdo. ¡Oh no! ¡Oh no! ¡No, no, no, no, no! Puedo sentir como mis lágrimas quieren escurrirse por mis ojos, pero mi cuerpo sin vida no responde.

Perdón, amor mío, no fue mi intención morir en este momento.

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