Me había hecho una idea de ese momento, porque yo pensé que se iba a sorprender o a ponerse nervioso, hasta pensé que huiría y tendría que perseguirlo, sin embargo no se le movió un pelo. Se quedo parado, y luego de poner las manos en la cintura en forma de jarrón, con un gesto me pregunto que era lo que quería. Yo moví la cabeza negativamente gesticulando, como diciendo “sos un hijo de puta”. Entonces sonrió, y eso me hizo enfurecer porque fue la misma sonrisa de aquella vez. Esos malditos recuerdos que no me deja dormir en paz, se presentaron en ese instante, y aquel día volvió a mi mente.

Todo empezó esa mañana…
Me despertó mi novia de una forma tan excitante, que acabé todo en sus anteojos. Yo no podía creer lo que había hecho y ella sonriendo se metió al baño para lavarse ese enchastre. Luego de desayunar la acompañe a la facultad y de allí me fui a trabajar. El día como siempre en el frigorífico era agotador, después de diez horas de cortar carne lo único que quería era salir y pensar en otras cosas. Después de fichar mi tarjeta de salida me encontré con Valeria que me esperaba en la esquina.
- Hola amor ¿como estas?-
- Cansado, pero importa, dime ¿donde iremos a cenar?- le pregunte tomándola de la cintura.
- Me contaron de un lugar en la parte sur de la costanera, con un menú totalmente vegetariano.-
- Un lugar vegetariano, suena interesante.- dije intrigado.
- Me lo recomendó Sonia, dijo que era alejado si, pero se comía delicioso.- respondió.
La parte sur de la costanera era un lugar que poca gente recorría a esa hora de la noche, porque se encontraba cerca de un asentamiento problemático para la ciudad. Pero si de algo estábamos seguros era de que si Sonia decía que se comía delicioso, entonces se comía delicioso.
Subimos a colectivo que nos dejaría cerca de esa zona, y luego de un viaje de treinta minutos, bajamos al final de la recorrida. Caminamos un par de cuadras, pero al encontrarnos entre viejos almacenes y depósitos abandonados, nos dimos cuenta que estábamos en el sitio equivocado. Comenzamos a buscar un taxi, pero las calles estaban desiertas y además poco iluminadas. Valeria estaba preocupada, al igual que yo, solo que no se lo demostraba para no ponerla mas nerviosa. Después de casi veinte minutos de ir de un lado al otro en casi completa oscuridad, las luces de un vehiculo y el cartel amarillo sobre el techo nos tranquilizo. El taxi se detuvo sin que le hiciésemos seña.
- Buenas noches, parece que están perdidos ¿verdad?-
- Si, al parecer equivocamos el colectivo...- respondí tratando de no dar muchas explicaciones y con intención de que se de cuenta que no quería hablar mucho.-… al centro por favor.-
- De inmediato.-
La higiene del vehiculo era desagradable, además el chofer parecía que no se había bañado en semanas, pero a Valeria y a mi no nos importo porque solo queríamos salir de esa zona.
- Parece que Sonia se equivoco con el numero de cole que debíamos tomar.- le dije a Valeria en voz baja.
- Buscaban alguna dirección en particular.- dijo el chofer metiéndose en la conversación.
- Eh, si, si buscábamos un restaurante.-
- ¡Ah!, se refieren al restaurante “Void”, queda en la calle paralela por la cual caminaban, al parecer no estaban tan perdidos, ¿Quieren que los alcance hasta ese lugar? Se come muy bien allí.-
- No, no gracias, otro día volveremos.- en ese momento el motor del taxi pareció fallar.
- ¿Que sucede?- Pregunto Valeria, pero el chofer no respondió y en cambio estaciono el vehiculo cerca de un tinglado a medio construir.
- Esperen un segundo, suele fallar cuando le falta agua al radiador.- y descendiendo, camino hacia aquella construcción, en donde se perdió de vista.
A través de la ventanilla esperaba ver al chofer volver rápidamente y así fue, sin embargo detrás de él aparecieron tres personas más.
- Miguel, esto no me gusta nada.- dijo ella tomándome del brazo fuertemente.
- Si, a mi tampoco… salgamos de aquí por la otra puerta…- entonces en ese momento, nos dimos cuenta que en ambas puertas faltaban los picaportes.-… ¡oh mierda! Esto no puede estar pasando.- Al advertir esas personas que tratábamos de huir, aceleraron el paso y se apostaron a cada lado del vehiculo. Valeria me abrazaba y comenzaba a llorar temerosa.
Uno de ellos abrió la puerta del lado de Valeria, y tomándola de los pelos, la arrastro hacia fuera ayudado por otro. Yo intenté detenerlo pero los otros dos, que habían abierto la puerta de mi lado, me sujetaron rápidamente de la campera e inmovilizaron enérgicamente. Desde donde estaba, podía ver como esos dos tipos se divertían empujándola y revolcándola por el suelo, mientras que ella no dejaba de llamarme pidiendo auxilio.
- ¡¡¡Malditos hijos de puta!!!- les gritaba una y otra vez, intentando zafarme.
Entonces con una violencia que sobrepaso todos los limites, comenzaron a patearle el estomago varias veces, también las piernas, la espalda y la cabeza. Yo no podía creer lo que estaba pasando, y lo peor era que no podía hacer nada para detenerlos. Después de castigarla con esos puntapiés, empezaron a burlarse, reírse y gritarle obscenidades. Ella sangrando por la boca y nariz se arrastraba lenta y dolorosamente hacia donde me encontraba, podía verla como sufría en cada movimiento. Con lágrimas de impotencia, les suplicaba que la dejaran tranquila. Cuando alcanzo mis zapatos, ella pareció desvanecerse y viendo que ya no se movía, uno de ellos le agarro el cinturón por la parte trasera y levantándola como si no pesara nada, se la llevo de mi lado hacia el taxi. Cuando estuvo en frente del auto, la arrojo contra el capot y junto con el otro, la sujetaron de ambos brazos, ella no oponía resistencia porque estaba desmayada.
Uno de los dos tipos que me sujetaba me soltó, y tomando un caño de hierro que estaba en el suelo, me propino un violento golpe en el muslo que me adormeció la pierna. Sin que pudiera defenderme, el chofer aprovecho ese momento para golpearme con la rodilla en la otra pierna. Cayendo al suelo con ambas piernas inmovilizadas, entre los dos comenzaron a patearme por todas partes, como lo habían hecho con Valeria. Finalmente los golpes cesaron y antes de perder el conocimiento me arrastraron hasta el frente del auto. Dejándome tirado allí, se reunieron con los tipos que sujetaban a Valeria y en ese momento comenzaron desvestirla quitándole el pantalón y el resto de la ropa.
- ¡Salvajes!- gritaba impotente.
En ese momento todo pareció durar una eternidad y los cuatro, riendo retorcidamente frente a mí, comenzaron a violarla, primero por adelante y luego por detrás, una y otra vez, una y otra vez.

Ahora después de mucho tiempo de tratamiento y recuperación, finalmente lo tengo en frente de mí y esos recuerdos alimentan mi sed de venganza.
- Y bien, ya has matado a todos mis compañeros, supongo que intentaras lo mismo conmigo.- dijo amenazadoramente, casi como aquellos vaqueros del oeste a punto de batirse a duelo.
- Me llevo mucho tiempo encontrarte.-
- ¿Como esta tu mina, aun nos extraña?- dijo sonriendo, despreocupado por mi comentario.
En mi bolsillo tenia un revolver calibre veintidós corto, que saque y dispare inmediatamente casi sin apuntar. La bala entro en su cuerpo, haciendo que cayera torpemente de espaldas, pero no murió.
- Ja, ja ni sabes disparar hijo de puta, no se como pudiste acabar con...- decía pero algo paso y enmudeció repentinamente, y en ese momento pude ver en sus ojos como la muerte lo invadía.
Pero a pesar de ello aun movía sus labios y sonreía, entonces me arrodille junto a él y poniendo mi oreja cerca de su boca escuche lo que tenia para decirme.
- Lo gracioso es que no sabes si estas molesto porque violamos a tu mina, o porque te violamos a vos.-

Mientras lo miraba morirse, pensé “Esos malditos recuerdos, no me van a dejar dormir en paz”.